A lo largo de la Historia se vienen repitiendo personajes de los que se sabe, que todos ellos, tienen un recorrido común como místicos o Iniciados. Tienen el dominio del campo del Espíritu y a lo largo de su vida pasaron por diferentes procesos hasta purificarse lo suficiente para acceder a ese Mundo. Un camino de renuncias y sacrificios que ineludiblemente pasa por una Muerte y una nueva Vida.

Al hablar de Espiritualidad, todas las personas sabemos a qué nos estamos refiriendo, pero no por ello estamos hablando de lo mismo pues el término es muy dado a muchas interpretaciones subjetivas. Así pues es conveniente dejar claro lo que no es Espiritualidad mientras queda en segundo término lo que sí es.

Podemos decir que vivir nuestra vida es un proceso Espiritual, pero no por vivir esa vida nos convertimos en Espirituales. Por lo tanto ya podemos asegurar que el Hombre en su estado más básico no es Espiritual; nace con un marcado acento instintivo, como cualquier animal y para tener el campo de la Espiritualidad abierto necesita dominarse y perfeccionarse.

Es aquí donde cobra relevancia el Método Masónico practicado en nuestras Logias. La Iniciación advierte de la necesidad de un Trabajo Simbólico y previene acerca de los ruidos que deben ser acallados para poder avanzar en el camino de la vida, dominando las pasiones, procurando practicar las virtudes.

Para romper con esa forma de vida automática, la Masonería nos saca del mundo profano y nos introduce en el mundo de lo Sagrado con el Ritual para aprender que hay una forma distinta de vivir, donde la consciencia es la que despierta y nos hace ver la diferencia entre lo profano y lo Sagrado.

La muerte de Hiram es la muerte simbólica del Ego, de nuestro yo en el altar de los sacrificios ofreciéndose como víctima para el proceso de Resurrección. Hay una muerte simbólica y una nueva Vida en lo Espiritual.       

He dicho, Manuel (M:.M:.)